La economía malvinense estuvo basada durante décadas casi exclusivamente en la cría de ovejas y la exportación de lana luego que el tráfico a través del estrecho de Magallanes perdió vigor por causa de la apertura del canal de Panamá y por la casi desaparición de la actividad ballenera. La ganadería tuvo sus inicios con la explotación del cuero y el sebo del ganado bovino cimarrón - introducido por los franceses a fines del siglo XVIII que se había reproducido exponencialmente gracias a las abundantes pasturas - por parte de gauchos e indios trasladados por las autoridades del gobierno de Buenos Aires en 1823. Posteriormente, los británicos introdujeron el ganado ovino que llegó a sustituir el comercio de bovinos hacia 1870. La estructura monoproductiva a la cual habían sido confinadas las islas llevó a una situación de dependencia absoluta en la provisión de bienes y servicios. El alto costo del mantenimiento de las islas por parte de la corona fue un factor preponderante en el inicio de las conversaciones diplomáticas con la Argentina hacia fines de los 60. La anhelada diversificación económica por parte de los isleños sólo podía ser alcanzada a través de la plena integración productiva con el continente -su proyección geoeconómica natural- trascendiendo su condición de mero enclave colonial.