La posesión de las islas posibilita la presencia en el continente antártico, última reserva estratégica de recursos (conocidos y por conocer) a nivel mundial. La Antártida alberga alrededor del 80% del agua dulce del planeta y concentra reservas de carbón, petróleo, hierro y otros minerales. La proximidad geográfica a la península antártica – espacio sumamente estratégico debido a su cercanía con el subcontinente suramericano- es requisito fundamental para el fenomenal despliegue logístico y operativo que supone la presencia permanente en un ambiente signado por condiciones ambientales extremas. El posicionamiento privilegiado de las islas es compartido con Ushuaia y Punta Arenas, principales puertas de entrada al continente blanco, situadas ambas a menos de 1000 km de la península. El British Antartic Survey dispone de un centro operativo en Puerto Argentino desde donde realiza tareas de apoyo logístico y abastecimiento de las cinco bases británicas en la Antártida y dos bases científicas en las Georgias. Los británicos anclan su pretensión de soberanía sobre la totalidad del sector antártico argentino y parte del territorio antártico chileno con base en sus posesiones coloniales en el Atlántico sur. Si bien el Tratado Antártico “congela” – no denega ni resuelve- las disputas de soberanía formalmente hasta el año 2048, la creciente inestabilidad geopolítica del siglo XXI podría modificar con antelación a la fecha establecida el estatus jurídico actual que garantiza los usos pacíficos y medioambientales. Este peculiar régimen internacional fue firmado en el contexto único e irrepetible de la guerra fría entre EEUU y la URSS, nada indicaría que las condiciones que lo posibilitaron puedan reiterarse. De esta manera, la posesión de las islas recobra centralidad ante un eventual escenario post-tratado antártico.