Las Malvinas e islas el atlántico sur, los espacios marítimos circundantes y la Antártida, la región Amazónica y el Macizo Andino configuran ejes potenciales de integración regional efectiva no solo porque sus procesos físico-naturales “desbordan” los límites nacionales - lo cual implica que su gestión política, económica y ambiental sea una tarea compartida- sino -y fundamentalmente- porque allí se anudan las problemáticas geoestratégicas críticas del siglo XXI en torno a la creciente escasez de recursos naturales. Estos espacios críticos tienen como común denominador la disponibilidad de alta biodiversidad y funciones ambientales esenciales, enormes posibilidades de explotación económica de sus recursos y, por esas mismas razones, sus soberanías estatales cuestionadas, minusvaloradas o “congeladas” por parte de centros hegemónicos de poder. América latina, y muy particularmente su porción suramericana, es una región depositaria de inmensos bienes naturales altamente codiciados, agua, petróleo gas, biodiversidad, minerales, y suelos feraces. El capitalismo globalizado se apropia de estos recursos en tanto mera mercancía no contemplando la sustentabilidad ecológica y social, el valor expresivo o cultural para los pueblos así como tampoco los derechos soberanos de los estados donde se localizan. Los EEUU y sus aliados tienen una elevada dependencia y vulnerabilidad de minerales estratégicos, una buena parte de los cuales provienen de suramérica. El atlántico sur ofrece como “activos” su inmenso valor geoestratégico incluida la proyección a la última reserva estratégica mundial -la Antártida-, el control del estrecho de Magallanes y la explotación de recursos ictícolas e hidrocarburíferos y otros recursos en la plataforma submarina y mares circundantes.