Gentilicio: Venezolano/a
El 11 de abril de 2002 un golpe de Estado ejecutado por una facción de las fuerzas armadas y los medios de comunicación en manos de la oligarquía, con el apoyo de los Estados Unidos, derroca al gobierno democráticamente elegido un año antes. De inmediato, se anuncia que se vuelve a adoptar el nombre “República de Venezuela” y que el período revolucionario impulsado por Hugo Chávez Frías llega a su fin. Pero apenas dos días después, la movilización popular, el accionar de militares leales al Presidente, más el apoyo de los países latinoamericanos desbaratan la conjura y el país vuelve a ser la “República Bolivariana de Venezuela”, denominación que condensa el reconocimiento a la obra de Simón Bolívar, elemento identitario fundamental en tanto síntesis de un proyecto político, social y cultural.
Desde su arribo en 1498 para los españoles este territorio despierta interés. El término “Venezuela” tiene su origen en la etapa de la colonización española cuya toponimia suele traspolar realidades ajenas. Venezuela nace como una derivación de Venezziola o “pequeña Venecia”. Américo Vespucio encuentra similitud entre las chozas del pueblo indigena añu, construidas sobre pilares en las costas del lago Maracaibo, con la europea Venecia. Así bautiza al paraje. O "Veneçuela", según anota el navegante y cartógrafo Juan de la Cosa, en su famoso planisferio dibujado en 1500. Años después, en 1528, el emperador Carlos V se refiere a ella como “Venezuela e sus provincias”, y en la bula Pro excellentia praeminentiae sedis dictada por Clemente VII en 1531 aparece simplemente Venezuela. La denominación perdura hasta el siglo XVIII, aún cuando el estatus político-administrativo de la región varíe. En 1527 es Gobernación, luego pasa a provincia del Virreinato de Granada en 1731 y finalmente se convierte en Capitanía General en 1777.
Así es conocido el territorio durante el período colonial, hasta que al calor del proceso de emancipación aparece la denominación “Gran Colombia” –vigente entre 1819 y 1830– dada por Simón Bolívar. La elección del Libertador es un modo de hermanar a los territorios antes sometidos por la potencia colonial y de promover el ideal de unidad hispanoamericana.
La historiadora Dora Dávila Mendoza sostiene que “Colombia” es el nombre imaginado por Francisco de Miranda. Con el apelativo –devenido de Columbus, latinización de Colón–, Miranda pretende reparar una injusticia histórica, pues América, como es llamado el continente a partir de 1507 por obra y gracia el clérigo alemán Martin Waldseemüller, es en homenaje a Vespucio, quien le “roba” a Colón el mérito del “descubrimiento”. Esta tesis ya había sido sostenida por Bartolomé de las Casas en su Historia de Indias.
“A los pueblos del continente hispanoamericano”, “a los pueblos del continente Colombiano” enuncia Miranda en su proclama de 1801, en la que establece las pautas para un gobierno continental. En 1806 se autodefine como “Comandante General del Exército Colombiano” y le habla “a los pueblos habitantes del continente Américo-Colombiano”. En sus cartas aparece con frecuencia este gentilicio. Cuando comienza el proceso de movilización para crear un proyecto constitucional en 1808, llama “concilio colombiano” a las asambleas. En ese texto se propone fundar la “República de Colombo”, cuya capital sitúa en Panamá. En 1810 publica en Londres un periódico llamado El Colombiano. En el Congreso de 1812, al determinarse los requisitos para el ejercicio del Poder Ejecutivo, se establece que debe estar a cargo de un nacido en el “continente colombiano”. Sin embargo, al momento de referirse al territorio donde comienza la gesta independentista, continúa utilizando “Venezuela”, tal como aparece en la Constitución de 1811, en la Carta de Jamaica de Simón Bolívar, de 1815, y en la Constitución de Angostura, de 1819. Sin bien el proyecto de la Gran Colombia está en proceso de concreción desde ese año, recién en el Congreso de Cúcuta, en 1821, se institucionaliza en una Constitución que estructura al nuevo Estado. Cundinamarca, Venezuela y Quito son los tres grandes departamentos que la forman. Sin embargo, la injerencia de las potencias extranjeras y las luchas internas hacen fracasar el proyecto.
Con la disolución de la Gran Colombia, el término se desvanece. El fin del sueño de la Patria Grande bolivariana da paso a una realidad de “patrias chicas” alentada por el Imperio Británico y reaparecen los nombres anteriores. Consecuencia del triunfo de las fuerzas disgregadoras, en 1830 nace, entonces, la República de Venezuela. Recién en 1864 se incorpora un cambio, consecuencia de la imposición del federalismo, y pasa a ser Estados Unidos de Venezuela, nombre que sobrevive a 14 reformas constitucionales y se mantiene inalterado durante casi un siglo. Es en 1953, durante la presidencia de Marcos Pérez Jiménez, vuelve a llamarse República de Venezuela.
Una nueva y profunda mutación ocurre al llegar al gobierno el movimiento encabezado por Hugo Chávez Frías en 1999. Desde su aparición en la escena política, el militar y líder popular pregona la necesidad de darle carnadura a la integración regional. Denuncia, además, el proyecto neoimperialista del ALCA pergeñado por los Estados Unidos y centra su acción en modelar alternativas para relanzar el sentido de unidad latinoamericana. Ese retorno al ideal bolivariano se trasluce en la nueva Constitución dictada en 1999. La Carta Magna en su artículo 1º afirma: “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”.