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República Argentina

Gentilicio: Argentino-na

Detrás de la denominación “Argentina” hay una larga historia. La historia de este nombre expresa las luchas políticas del país y sintetiza sus conflictos. Su punto de partida coincide con el arribo, en 1516, de Juan Díaz de Solís a la inmensa extensión de aguas pardas bautizada por él mismo con el nombre de «Mar Dulce», y que luego se llamaría Río de la Plata. Algunas décadas después, comienza a circular el mito de la «Sierra del Plata» a partir de relatos de algunos tripulantes de la expedición de Solís que quedan varados en tierra americana.

En 1527, estos sobrevivientes informan al navegante Sebastián Gaboto de la existencia de “mucha manera de metal… al seguir un río que se llama Paraná, el cual es un río caudalosísimo y entra dentro de este río de Solís con veintidós bocas…”, según la carta que Luis Ramírez envía al emperador Carlos V en 1528. Siguiendo estos relatos, los portugueses llaman a esta región «Tierra del Plata».

En 1531, aparece por primera vez el nombre del «Río de la Plata» en documentos españoles oficiales. En 1534, el emperador Carlos V autoriza a Pedro de Mendoza a "conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís que algunos llaman de la Plata". El cartógrafo portugués Lopo Homem latiniza el nombre del río y su región adyacente y escribe en su famoso planisferio de 1554 “Terra Argentea”. En 1602, Martín del Barco Centenera un extremeño que participa activamente en la colonización de la región, escribe el poema histórico “Argentina y la conquista del Río de la Plata con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y el Estado del Brasil”. La obra se encuentra editada en Lisboa y es el primer registro escrito del topónimo referido a toda la región que refiere al vocablo latín (argentum = plata). Así, el país de los argentinos es bautizado desde Portugal la metrópoli de los brasileños.

El término "Argentina" tarda bastante en imponerse. La Primera Junta instalada en mayo de 1810 se refiere a las “Provincias del Río de la Plata”. Los dos Triunviratos y la Asamblea del Año XIII también usan en sus documentos “Provincias Unidas del Río de la Plata”. Y si bien en el Himno Nacional –estrenado en 1813 como marcha patriótica– aparece el saludo al “Gran pueblo argentino”, el término por esos días es utilizado para referirse sólo a la ciudad y la campaña de Buenos Aires. Por su parte, el Congreso reunido en Tucumán declara el 9 de julio de 1816 la independencia de “Las Provincias Unidas en Sud América”, otra manera habitual de nombrar al país en aquella época. El 9 de julio ha quedado como fecha oficial de la independencia argentina cuando, en realidad, “La Argentina” no existe como tal , de la misma manera que no existen aún como estados soberanos, Uruguay, Bolivia, o Paraguay. En él histórico Congreso hay representantes de Buenos Aires, Córdoba, Catamarca, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Tucumán, Charcas, Mizque y Chichas –las tres últimas en el actual territorio boliviano– pero faltan las provincias del Litoral, bajo la órbita del líder oriental José Gervasio Artigas de extracción federal.

La Carta magna de 1826 impone por primera vez la denominación “La República Argentina”, pero dado su carácter unitario -expresión política con base principal en Buenos Aires- es rechazada por el resto de las provincias. Bernardino Rivadavia, representante de la burguesía comercial porteña, intenta unificar el país bajo la órbita de la ciudad puerto, buscando imponer, además del sistema político, el nombre de la nueva república. Pero la fórmula no termina de enraizar. La resistencia liderada por los caudillos provinciales frena el proyecto y la denominación se pierde en medio de la disputa política. Frente a la ausencia de un estado centralizado durante la etapa rosista, se utilizan diversos vocablos, tales como Confederación Argentina, República de la Confederación Argentina y Federación Argentina. En 1853, se dicta la Constitución nacional que oficializa el nombre de “Confederación Argentina”. En la reforma de 1860, se incorpora un nuevo artículo (el número 35) que aclara la falta de precisión estrechamente ligada a las disputas políticas del momento: “Las denominaciones adoptadas, sucesivamente, desde 1810 hasta el presente, a saber, Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán, en adelante, nombres oficiales indistintos para la designación del gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras Nación Argentina en la formación y sanción de las Leyes". Y así es hasta el presente. En 1862, Bartolomé Mitre se proclama como el “presidente de la Argentina”. El centralismo —plasmado en la negativa de Buenos Aires en distribuir las rentas generadas por el puerto, a pesar del supuesto carácter federal del nuevo estado— se expresa en el nombre que finalmente adopta el país aunque en el largo histórico el mismo haya sido reapropiado y resignificado por el conjunto de argentinos como legítima denominación de la pertenencia nacional.